domingo, 26 de septiembre de 2010

Tan cerca, tan lejos


DESCONEXIÓN
SIDERAL
Bersuit Vergarabat

Un astronauta y una bruja
viajan en una burbuja
derechito para el sol,
ese fuego que creció.

Si se calienta el detergente
y revienta eso que sienten
pueden perder el control
y también la conexión,
certidumbre o ilusión,
epidérmica ficción.

Él cree en naves espaciales
y en efectos especiales
que nunca verificó,
que en su puta vida vio...

Ella practica con escobas,
ve el futuro en una bola
que un colgado le vendió
y también la convenció
de su poder interior,
esa magia de cartón.

En el aire, ruedan gotas de amor,
gotas de amor...

El vago juega con la idea
de crear un gran sistema
que permita otra fusión,
otro tipo de valor.

Pero la bruja lo contiene
y adivina lo que quiere
porque ella fue y volvió
al infierno del terror,
a ese mundo tan glotón
que te come el corazón.

A veces pasa que la fiebre
sube misteriosamente
y se retira sin razón,
como toda aparición.

Una burbuja reventada
ya no significa nada
y abatidos van los dos,
sin creencia o religión
alejándose del sol
en opuesta dirección.

Un retorno eterno al vacío, al vacío,
al vacío...

Un retorno eterno al vacío. Vacíos.

Nunca la vida es tan precisa,
nadie tiene esa fija
que te saca del montón
y te muestra algo mejor.

Ni el astronauta, ni la bruja
saben qué hacer con la culpa
y el miedo que les dejó
su sideral desconexión.

En el aire, ruedan gotas de amor,
gotas de amor...

miércoles, 28 de julio de 2010

A dormir

¿Cuántas noches llevaba ya así? Los días pasaban en suspiros, rápidos y fugaces suspiros, y al llegar la oscuridad, al cesar las voces de la vida diurna, al oírse nada más que grillos, y respiraciones acompasadas... ¿cuántas noches llevaba ya de susurrarme "A dormir" al cerrar los ojos?
Las sábanas de mi cama nunca me gustaron. Siempre ásperas, y duras. Blancas, como las de los sanatorios, o azules, tan oscuras como el insoportable cielo nocturno. Y siempre rodéandome, aplástandome y atándome a mis sueños. ¡Cómo no odiarlas si al despertar no hacía más que encontrarme enredada en ellas!
Las frazadas, en cambio, no me molestaban. El frío del invierno era tan devastador en mi zona que realmente eran una bendición. Por más pesadas que fueran, eran toda una bendición. Sobre todo la de las "nubes" grises. La de noches que habría pasado tiritando sin aquella masa informe y abultanta sobre mi cuerpo, con sus torpes pero abrigados trazos que mi hermana, menor, y por cierto, muy imaginativa, había calificado de "nubes".
El colchón tenía que ser suave, y acolchonadito, pero podía dormir tanto en el mío como en el de mi papá, mi hermana o incluso el de mi mamá, duro como él solito. No tenía ningún problema de espalda, y la tensión del día no necesitaba ayuda para desaparecer, puesto que la somnolencia que me producía el ir y venir de las sombras provenientes de la ventana hacía, por sí sola, todo el esfuerzo.
La almohada no podía ser otra que LA almohada. Sino era LA almohada, yo no podía dormir. Me la había comprado mamá de chiquita, y lo nuestro había sido amor a primera vista. Ni bien me la entregó recuerdo mirarla con atención, como embobada, y, ante la mirada de asombro de su atónita compradora, tirarme, allí y sin pensarlo dos veces, a dormir sobre ella. Qué gracioso. Antes entraba de cuerpo completo sobre la misma. Ahora tenía que contentarme con apoyar la cabeza en su cómoda y ya moldeada tela. Nunca había dejado que mamá le pusiera la funda que hacía juego con el resto de la ropa de cama, porque, de alguna forma, me daba miedo, qué tonta, de que cambiara su forma, de que ya no fuera tan plácido tirarme sobre ella.
El cubrecama, que no sacaba nunca de la cama por el simple hecho de que rehacer una cama desecha es mucho más sencillo que volverla a armar, no era la cosa más bonita del mundo. Tenía un color blanco muy desgastado, que casi se había tornado amarillo. De todas formas, no importaba. De chiquita no se veía bajo mi montaña de peluches y ahora, simplemente, no importaba.
Los peluches... Ah, los peluches. Fieles compañeros de sueño, ¡cómo los había querido! ¡Cuánto me había dolido el día en que mamá los había donado, pese a su desastroso estado y mi crecidita edad! Osos rotos a los que se les veía el relleno salir por las costuras, muñecas con la lana de sus cabellos entrelazada, enredada en cabezas ajenas, y otros animalitos y hadas, de miradas tuertas a falta de algún botón, o de extremidades y sombreros perdidos por algún exceso de amor por parte de mi perro.
Mi perro. A ese sí que no lo extrañaba, por cierto. Molesto como él sólo, Onan (nombre puesto, claramente, por mi hermanita) siempre me despertaba con su baba sobre mi pelo, o mi rostro. Aparecía a veces por las noches, dándome sustos de muerte con algún ladrido al estilo "Permiso, permiso, yo también quiero dormir", o por las mañanas, directamente, arráncandome súbitamente de algún recóndito sueño al sentir un calor extraño, o cierta presión o dolor en las piernas.
"A dormir"... ¿cuántas noches llevaba ya de susurrarme "A dormir" al cerrar los ojos?

jueves, 15 de julio de 2010

Let me apologize

Okey, Robin, esto es TU culpa.
No despego el oído de Linkin Park desde que me prestaste tu aparatito musical y me vicié xD

In Between
Linkin Park

Let me apologize to begin with
Let me apologize for what I'm about to say
But trying to be genuine was harder than it seemed
And somehow I got caught up in between

Let me apologize to begin with
Let me apologize for what I'm about to say
But trying to be someone else was harder than it seemed
And somehow I got caught up in between

[Chorus]
Between my pride and my promise
Between my lies and how the truth gets in the way
And things I want to say to you get lost before they come
The only thing that's worse than one is none

Let me apologize to begin with
Let me apologize for what I'm about to say
But trying to regain your trust was harder than it seemed
And somehow I got caught up in between

[Chorus]
Between my pride and my promise
Between my lies and how the truth gets in the way
The things I want to say to you get lost before they come
The only thing that's worse than one is none
The only thing that's worse than one is none

And I cannot explain to you
And anything I say or do or plan
Fear is not afraid of you
But guilt's a language you can understand

I cannot explain to you
And anything I say or do
I hope the actions speak the words they can

[Chorus]
For my pride and my promise
For my lies and how the truth gets in the way
The things I want to say to you get lost before they come
The only thing that's worse than one is

Pride and my promise
Between my lies and how the truth gets in the way
The things I want to say to you get lost before they come
The only thing that's worse than one is none
The only thing that's worse than one is none
The only thing that's worse than one is none

No sé qué me pasó hoy.
No sé qué me va a pasar mañana.
Y menos por qué me gusta esta canción ^^
Estoy tan dormida que estoy feliz, jajaja ^^

miércoles, 16 de junio de 2010

Vaya-uno-a-saber-quién


El farol seguía en pie. Tieso, erguido contra un cielo que en llamas rojas se consumía en el horizonte, dejando a su paso un azul vacío y oscuro donde hasta hacía unas horas había habido un amplio y liso celeste claro, tan solo interrumpido por los rascacielos y edificios que se cernían, grises, sobre él.
La gente había caminado bajo aquel color, nutriendo de movimiento una ciudad hambrienta y apresurada. Los autos habían acelerado por sus calles y avenidas, frenando cada tanto en inútiles semáforos, que en rojo los observaban, intentando vanamente apagar aquellos motores que ansiaban un nuevo cambio en sus cajas, un nuevo impulso que los hiciera seguir circulando, para dejar atrás tan solo una nube negra y vaga, producto de la combustión de alguna espesa sustancia y algo de oxígeno.
Él también había corrido por las veredas de aquel sistema. Llegaba tarde a vaya-uno-saber-qué-lugar. Quién-sabe-qué razón lo había atrasado, pero igual había llegado a tiempo. ¿Para qué aquel movimiento, entonces? No se lo había preguntado. Tú-sabrás-cuál hora lo había hecho entrar, a hacer “algo”. Mecánicamente, sin pensarlo y simplemente dejándose guiar por los consejos de una conciencia que no le pertenecía, había seguido vaya-uno-a-saber-cuál rutina, hablado con quién-sabe-cuántas personas y hecho quién-sabrá-cuántas cosas, para finalmente regresar a aquella habitación a la que, sin comprender su significado, llamaba hogar. De allí había salido para a allí volver, pero no le había prestado atención. Tú-sabrás-qué tareas lo esperaban, impacientes. Las resolvió una a una, sin siquiera echarles una mirada. Al terminar, cuidadosamente las amontonó, ordenándolas según vaya-uno-a-saber-qué criterio.
El Sol ya no brillaba en el cielo cuando él se dignó a mirarlo. Apoyado contra el frío hierro observó la oscuridad, sin que siquiera el silencio le devolviera la mirada, y sonrió. Lo único que quedaba era aquella luz.
Sin apagar su sonrisa se volteó a mirar aquel farol. Suspiró ante su brillo y rió de su reacción.
Inexpresivo ya, levantó nuevamente la cabeza hacia el cielo, y, sin encontrar en él ni una estrella, pateó su última esperanza, extinguiendo su luz, para perderse en la nada.

Te lo dedico, Robin. Vendría a ser El farol IV.